El sueño de ser finisher

jueves, 21 de agosto de 2014

Las vivencias deportivas del Dr Villegas, Correr meditando...


"...Cuando comencé a correr y utilizaba la ciudad debido a la falta de tiempo para salir a los poquísimos espacios deportivos que existían entonces, los chiquillos me gritaban y algunos, los más osados –por poner una palabra suave- me tiraban piedras. Correr por la ciudad era un riesgo porque la gente no estaba acostumbrada y lo veía como algo antinatural, pero correr por los caminos vecinales era un riesgo aún mayor, ya que los que no estaban acostumbrados eran los perros, y éstos mordían -particularmente los más pequeños-. Con el tiempo los americanos pusieron de moda el footing, de modo que cuando te veían correr, pues estabas a la moda, eras como un adelantado, así que te miraban con cara de ¡qué se ha creído éste! ¿Un americano? Luego vino el tiempo de hacer deporte para estar en forma –con campañas como “camina, te sentirás mejor” y otras-. Era la época en que te cruzabas con señores pasados de kilos que resoplaban como elefantes. Finalmente, ahora te cruzas con espléndidas chicas enfundadas en sus bodys y provistas de sus auriculares y su iPod escuchando canciones, ahora que ya no puedes decir piropos porque te pueden acusar de acosador o viejo verde.

Lógicamente, mis pensamientos también han variado mucho desde los primeros kilómetros. Al comenzar, mi preocupación era cómo llevaba los brazos y si pisaba bien o demasiado plano. Luego lo que hacía era mirar continuamente el reloj para marcar los tiempos de paso y decírselo a mi entrenador (era la época competitiva). Aún recuerdo mi primera competición en Murcia –en aquél momento yo tenía el récord provincial de 5.000 mts, entre otras cosas porque casi nadie hacía atletismo-. Fue en Granada y aún me parece sentir mi decepción cuando nos metieron a los seis representantes murcianos en la misma habitación ya que el resto estaban ocupadas por los directivos de la Federación y sus señoras. Posteriormente fueron los maratones populares, a los que asistía como corredor o como médico -campeonato de España de maratón en Lorca (1986), maratón de Barcelona, de Valencia, etc-. Tengo especial cariño por el de Berlín de 2001, que fue la primera maratón de mi hija, a la que acompañé en todo el circuito, junto a cerca de 30.000 personas más. Era la primera maratón que recorría la ciudad sin muro, y allí fue donde la japonesa Naoko Takahashi se convirtió en la primera mujer en descender de la barrera de los 2h 20m, con un tiempo de 2h 19m 46.

Cuando veo a las personas corriendo con sus auriculares puestos, sin apenas atender al mundo exterior y concentradas en evitar “sentir” el proceso natural de la carrera, me apena enormemente. Correr es una actividad ancestral, es para lo que hemos evolucionado, estamos perfectamente adaptados para ello. La carrera de larga distancia es nuestra actividad natural, y eso es algo que nos condiciona genéticamente. No hay mejor forma de conocerse uno mismo, de penetrar en nuestro mundo interior y de mantener un diálogo con nuestro cuerpo, sentir el peso de nuestro cuerpo, notar nuestra respiración, comprobar nuestras fuerzas y el estado de ánimo.

 Se aprende a correr e inmediatamente se debe aprender a pensar corriendo, o mejor dicho, a “no pensar”. Una forma muy eficaz de empezar es contar cada respiración hasta llegar a diez y luego empezar otra vez desde uno. Posteriormente podemos fijar nuestra atención en cómo nuestros pies tocan el asfalto o la tierra, o cómo levantamos el vuelo hasta el siguiente paso. Poco a poco podremos imaginar un viento que nos empuja y nos desplaza, al tiempo que la brisa nos refresca la cara. No hace falta correr por la naturaleza, cuando tengamos que ir por asfalto, echamos mano de nuestra imaginación -esa gran arma evolutiva-, y alcanzamos los momentos más dichosos de identificación con la naturaleza..."

Dr. José Antonio Villegas


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